Con un “nos unimos al consenso”, la delegada norteamericana Paula Dobriansky, subsecretaria de Estado para la Democracia y los Asuntos Globales, aceptaba los compromisos puestos sobre la mesa en la Cumbre de Bali. Eso sí, una vez modificados a la baja los objetivos de reducción. De este modo, la propuesta adoptada finalmente  pretende una reducción de emisiones de CO2 de entre el 10% y el 40%, en lugar del 30% inicial. Habrá que esperar para ver qué países tienen voluntad de conseguir la máxima reducción posible.


Otro de los resultados importantes de esta cumbre es el compromiso por primera vez de los países en vías de desarrollo, como China, India o Brasil de llevar a acabo iniciativas para limitar sus emisiones de gases contaminantes. La concreción de estas acciones aún no está determinada ya que son medidas a adoptar a partir de 2012.


La decisión de EE.UU. se dio a conocer en el último momento de la Conferencia de Bali después de haberse vivido momentos de tensión como el protagonizado por el representante de Papua Nueva Guinea, tras la  determinación de EE.UU. de que no apoyaría la propuesta porque los países en desarrollo no tenían suficiente compromiso en la reducción de emisiones. A esta afirmación, el representante de Papua Nueva Guinea dijo: “si no van a liderar el proceso, quítense de en medio”.


Como afirma al periodista Antonio Cerrillo en un artículo publicado en La Vanguardia, el cambio de postura de EE.UU. le obliga a compartir con el resto de la comunidad internacional los esfuerzos para reducir los gases de efecto invernadero si bien su contribución se deberá ir precisando a lo largo de la negociación. El periodista manifiesta que el mayor riesgo radica en que se quede a mitad de camino o abandone el compromiso. “No hay que olvidar que el entonces vicepresidente Al Gore impulsó y firmó en 1997 el Protocolo de Kyoto y luego el Senado, con mayoría republicana, no lo ratificó”.