El Ministerio de Vivienda ha anunciado recientemente su intención de endurecer las actuales exigencias en materia de eficiencia energética de los edificios para contribuir a la consecución de un objetivo comunitario: alcanzar en 2020 edificios con contaminación cero y consumo energético prácticamente nulo. En una reunión de ministros de Vivienda de la UE, celebrada en Toledo, la ministra Corredor puso de manifiesto la necesidad de que la política de vivienda vaya unida ineludiblemente a la energética; no en vano, es una realidad que hoy en día pasamos el 90% de nuestra vida en edificios y que el 40% del consumo de energía y el 35% de las emisiones de CO2 en Europa proceden de ellos.

Por ello en 2011 el Gobierno prevé desarrollar un marco legislativo para incrementar los requisitos medioambientales y energéticos que actualmente regula el Código Técnico de la Edificación, de tal manera que, gracias a la rehabilitación energética de los edificios, no haya en nuestro país ninguna construcción con una clasificación energética inferior a C.

Esta iniciativa del Ministerio que dirige Beatriz Corredor no representa una novedad para la industria cementera por lo que aplaudimos esta decisión. Nuestro sector lleva décadas analizando y confirmando los beneficios de la utilización del hormigón para las construcciones y, por tanto, para las personas y su entorno, y trabajando para desarrollar aplicaciones del cemento que ayuden a construir una sociedad más sostenible y eficiente. Por ello, históricamente hemos solicitado la implicación del Gobierno y de la sociedad para que sean más exigentes con los niveles de eficiencia energética de las nuevas construcciones de edificios.

El único método veraz de comprobar la sostenibilidad de una edificación radica en la realización de un análisis del ciclo de vida completo. Esto supone un estudio riguroso desde la consecución de las materias primas hasta la demolición del edificio.

La ciencia y la experiencia nos permiten afirmar que una edificación construida con hormigón tiene una elevada vida útil, ofrece mayor resistencia frente a desastres naturales y vandálicos, aporta un buen aislamiento acústico y proporciona una demanda de energía inferior a la de la construcción tradicional y, por tanto, una eficiencia energética mayor.

Todas estas prestaciones del hormigón son permanentes y consustanciales a la construcción con hormigón, sin necesidad de realizar mantenimientos ni conservación significativos y, por tanto, sin incurrir en grandes costes. Sin olvidar además que el hormigón es reciclable al 100% al final de su vida útil.

Por todo ello, el hormigón se configura como un material que ofrece, de manera global, un conjunto de prestaciones que contribuyen a incrementar, de modo significativo, la eficiencia energética de los edificios y la sostenibilidad.

Es necesario que Gobierno, arquitectos, promotores y toda la sociedad vean los edificios sostenibles y eficientes como una inversión y no como un gasto ya que apostar por ellos puede suponer hasta un ahorro del 40% en la factura energética. España debe posicionarse a la cabeza del impulso de las políticas de fomento de eficiencia energética,  tanto en nueva construcción como en rehabilitación, y debe saber que en la industria cementera cuenta con un gran aliado.

Joaquín Estrada, presidente de Oficemen